jueves, 17 de enero de 2008

LOS SECTORES DE LA "PROTOINDUSTRIA"

El término protoindustria hace referencia a la industria anterior a la Revolución Industrial. Esta se caracterizó por las escasas zonas de concentración mecanizada, ausencia prácticamente de mecanización y el uso de la energía animal o/y humana.

En el sector más básico, el referente a la alimentación no hubo industrias importantes. Destacaría en la segunda mitad del s. XVIII las factorías de salazón de pescados situadas en la fachada atlántica del continente europeo como el Escocia, Noruega, Holanda y Galicia en España.

El textil fue por excelencia la industria de la época aunque no fuera la única. Hasta el s. XVI, incluido, destacó la manufactura en los centros urbanos del norte de Italia (Florencia), Flandes (Brujas, Amberes), Inglaterra (Londres) y Castilla (Segovia, Valladolid). En ellas se elaboraban paños de elevada calidad a base de lana para cardar. También se elaboraban los lienzos, los cuales no sólo eran necesarios para el vestir sino que también se empleaban en la fabricación de lonas y velas para los barcos, esta industria estuvo muy presente en las zonas anteriores y en el norte de Francia. Esta industria de paños y lienzos es conocida por los distintos autores como la viejas pañerias que competirán a partir del último tercio del s. XVI con las nuevas pañerías. Estas nuevas fábricas estaban basadas en los tejidos “estambrados” (bayeta, sayal y estameña principalmente). Estas telas elaboradas con lana fácil de hilar, menos abatanadas que las hacía más ligeras, más fáciles de tintar y por supuesto más baratas que fue lo que hizo que tuvieran una rápida aceptación entre la población europea a pesar de su inferior calidad. También necesitaban menos inversión en cuanto a su fabricación porque se podían realizar en cualquier lugar. Esto contribuyó a la expansión del trabajo a domicilio que a la vez las ayudo a ser más baratas. Estas telas cambiaron en gran medida los gustos y los consumos en cuanto a vestido de los europeos. Una multitud de gama de colores y nuevos tipos de prendas llegaron a casi todos las “clases” sociales.
El cáñamo en el norte del Imperio también obtuvo un gran desarrollo gracias al aumento de la navegación y del número de barcos ya que se empleaba en el tejido de cuerdas (también para el ejército).

La construcción se vio impulsada por unas clases dirigentes que querían demostrar su poder a través de la construcción de palacios, iglesias, decoración interior de sus casas con distintas obras de arte (pintura y escultura). Las autoridades municipales desde la Baja Edad Media contribuyeron a esta industria con la construcción de los Ayuntamiento, Lonjas, Plazas para establecer los mercados para vender estos productos manufacturados como por ejemplo: Amberes, Brujas, Amsterdan, Bruselas, París, Madrid, Roma, Florencia, Valencia, Barcelona,…Se empezaba a trazar un nuevo urbanismo que se abría a ampliar los espacios de reunión frente a las estrechas calles de las ciudades medievales tradicionales. Pero el gran despegue del urbanismo se dio en el transcurso del siglo XVIII con la construcción de amplias avenidas como por ejemplo el urbanismo de Villanueva en Madrid. A esto hay que añadir que se seguían construyendo y reparando casas e iglesias debido en principio al aumento de población sobre todo urbana del siglo XVI. Estamos en la época donde comienzan los grandes mecenazgos a artistas y empezará de la mano de los industriales, mercaderes y banqueros como por ejemplo hicieron los Medici en Florencia pero que también copiaron monarcas como la Casa de Austria en la Monarquía Hispánica. Desarrollando una industria suntuaria del arte y la decoración (porcelanas, vidrios,…), la maderera para las vigas y la construcción de andamios y casas de madera en el norte de Europa y la cantería para los sillares y tejados (construcción en piedra).

En una época de amplios descubrimientos geográficos y de un comercio de ultramar que cada vez era más mundial, no nos podíamos olvidar del medio básico de transporte, el barco. Se ampliaron y multiplicaron los astilleros. Si en el tránsito a la Edad Moderna los principales astilleros se encontraban situados en la Península Ibérica (XVI), como los de Andalucía o los de la Cornisa Cantábrica, dónde se desarrolló el galeón, barco de navegación de altura pero con gran tonelaje y que le permitía a la vez armarse. A lo largo de la misma en el XVII se extienden astilleros que construían barcos de gran calidad en toda la fachada atlántica del continente como en Burdeos, Nantes, SO de Inglaterra y por supuesto Holanda que con el desarrollo del “filibote”, carguero más rápido y ágil en la navegación de altura que el galeón y con mayor capacidad para armarse. El hecho de que los holandeses surcarán los mares con el comercio y el contrabando en este barco les valió el apodo de “mendigos del mar”. Esta industria de la construcción naval llevó al desarrollo de otras industrias como las del tejido del cáñamo para cuerdas, el lienzo para velas y lonas que había perdido terreno con los “estambrados” y de la maderera para las tablas, mástiles, gavias, etc.

La ampliación de la metalurgia. Se paso del pequeño taller del herrero a los altos hornos. Estos hornos conseguían más altas temperaturas con lo que el hierro se fundía mejor y permitía ser mejor forjado. Aunque se mantuvieron los fuelles mecánicos, movidos con energía hidráulica, aparecieron los rodillos de laminado, alambreras y cortadoras que permitían cortar mejor el metal. Esto contribuyó a su extensión en el uso a herramientas, cubiertos, piezas de ensamblaje para barcos y carros. La metalurgia se vio muy desarrollada en el siglo XVII y XVIII por el ambiente bélico de Europa: la Guerra de Flandes, de los Treinta Años, Devolución, Sucesión Española,…
El impacto dinamizador que tuvo la guerra sobre la economía de esta etapa fue muy importante. Es cierto que contribuyó en gran medida a la “destrucción” de Europa pero no sólo desarrolló la metalurgia con la fábrica de armas metálicas (cañones, por ejemplo), también el empleo del textil para los uniformes, (en su mayoría elaborados por sistema de trabajo a domicilio, que desarrollo la industria interior alemana), barcos armados para el traslado de tropas y la vigilancia de mares y costas y sobre todo la reconstrucción de las ciudades centroeuropeas[1].

Evolución temporal y geográfica

Geográficamente hubo un cambio sustancial en la distribución industrial. Si al comienzo de la Edad Moderna los núcleos industriales y económicos se encontraban en el norte de Italia y Flandes, al final de la misma se atlantizarón por la influencia del nuevo mundo, situándose en Holanda e Inglaterra.

La evolución principal se desarrollo en base al cambio de la demanda por los cambios de gustos y por la aparición de nuevos productos, en su mayoría más baratos (los estambrados). Las “clases” elevadas seguían con su gasto suntuario de otras épocas pero con la mejora económica y el aumento del poder adquisitivo de una minoría del tercer estado junto con sus ganas de emular a los estamentos superiores llegaron a adquirir productos hasta esa época inalcanzables como libros, relojes, porcelanas, vidrios,… Eso no evito que la mayoría de la población siguiera manteniendo una economía autarquica basada en los gastos mínimos para subsistir: alimento, vestido, alojamiento y las herramientas del trabajo.
Aránzazu Redondo
BIBLIOGRAFÍA
- Kriedte, P.; Feudalismo tardío y capital mercantil: líneas maestras de la historia económica europea desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, Barcelona, 1987.
- Sella, D. Las industrias europeas (1500-1700). En: Cipolla, C.M. Historia económica de Europa, siglos XVI y XVII. Ed. Ariel Historia, Barcelona, 1979, pág.:238-276.
- Schultz, H.; Historia económica de Europa: 1500-1800. Artesanos, mercaderes y banqueros, Madrid, 2001.
- www.artehistoria.jcyl./histesp/contextos.htm Artículos:
- Fernández, Roberto, La industria del siglo XVIII
- El artesanado urbano
- La pervivencia y la crisis gremial
- La preindustrialización

[1] Kriedte.

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