viernes, 9 de noviembre de 2007

El Arbitrismo: "Españoles, plata tenéis ¡pero no para vosotros!"

Las corrientes mercantilistas españolas se recogen en el llamado "Arbitrismo", una corriente que se desarrolló esencialmente en la Corona de Castilla durante la segunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII. El término, al igual que ocurría con "mercantilismo", se acuñó con un fin despectivo y paródico, ya que los arbitrios eran considerados auténticos disparates imposibles de llevar a cabo. En realidad, esta concepción del Arbitrismo no se dio únicamente en su época, y sólo en los últimos quince años se puede considerar que se haya comenzado a valorar y estudiar esta corriente.


"Arbitrio" es la medida que el rey puede tomar en beneficio del reino, en ejercicio de su soberanía y por su propia voluntad, como corresponde al concepto de monarquía autoritaria del Antiguo Régimen. El "Arbitrista" es quien solicita por escrito al rey que tome un determinado arbitrio. En realidad, existía un precepto ético que exigía al vasallo acudir en auxilio del rey con todos sus recursos, lo que implicaba cierta relación de intereses por ambos lados.


Así como el Mercantilismo en Europa tuvo un cierto carácter "agresivo", pues buscaba atraer al país propio metales de otras naciones, el Arbitrismo español tuvo una posición más "defensiva", pues aunque la mayor parte de las importaciones de oro y plata procedentes del Nuevo Mundo pasaban por España, éstas permanecían poco tiempo en nuestro país, ya que se utilizaban para pagar mercancías a otros países europeos. Por tanto, los arbitrios solían buscar una solución a este problema.


Martín de Azpilicueta (1492-1586), teólogo (fue dominico), jurisconsulto y economista, es considerado el primer arbitrista. Se ocupó de los efectos económicos de la llegada de metales preciosos de América, siendo precursor de la Teoría Cuantitativa del Dinero. Hizo notar la diferencia existente entre la capacidad adquisitiva del dinero en los distintos países según la abundancia o escasez de metales preciosos que hubiera en ellos. Formuló la llamada teoría del valor-escasez, la cual decía que "toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta escasea".


También destaca Luis Ortiz, quien presentó a Felipe II un "Memorial al Rey para que no salga dinero del Reino", del cual se conservan varios manuscritos. Ortiz consideraba que la única manera de conservar el oro y la plata era tener una balanza de comercio favorable, con la cual no sólo se retendrían los metales preciosos del Nuevo Mundo, sino también los de otros países europeos.

También Sancho de Moncada consideraba que la razón fundamental de la pobreza de España era la exportación de sus metales preciosos. La importancia del dinero le parece suprema; mientras esté en el país, su sola presencia asegura la prosperidad general del pueblo y del Soberano.

Otros arbitristas importantes son Damián de Olivares, Miguel Caxa de Leruela, P. Juan de Mariana y Jerónimo de Uztáriz.

Los herederos del Arbitrismo serán los "Proyectistas" del siglo XVIII, que tratarán temas semejantes aunque de forma más sistemática y precisa. Son poblacionistas y proteccionistas, apoyan la industria y proponen recuperar los sectores productivos. Entre ellos destacan Jovellanos, P. de Olavide, B. de Ulloa y el irlandés Bernardo Ward.

Ana Barrilero.

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