domingo, 25 de noviembre de 2007

LA AGRICULTURA EUROPEA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

La agricultura en la Edad Moderna al igual que lo fue en etapas anteriores fue el pilar básico de la economía. Esto era así, porque la producción alimenticia era de subsistencia y precisaba de mucha mano de obra, con lo que cerca de las tres cuartas partes de la población se dedicaba a ella.

Con el mercantilismo, los alimentos y los productos secundarios (lana) se consideraron materias básicas para el comercio, pasando a ser esta algo básico en la economía, no sólo por la producción de un bien tan básico si no porque integró la agricultura en las redes comerciales y llevó a que en el s. XVII, los Países Bajos deficitarios en la producción de trigo tuvieran que importarlo de otros lugares donde había excedentes (Polonia y Lituania). No sólo fue importante para el pensamiento mercantilista, fue básico para la fisiocracia que la reconocía como el pilar básico económico sino que además como el único sistema generador de riqueza y todos los demás dependientes de él.

La propiedad de la tierra como forma de organización

Si la agricultura era básica, era porque la tierra era la fuente de riqueza más importante, de hecho así era reconocido por la Biblia que en esta época era la base moral, social y económica sobre lo que giraba todo (aunque hubo alguna discrepancia). La propiedad de la tierra tanto en cantidad como calidad era uno de los factores determinantes para determinar la posición social y la consideración que tenían los demás.

La mayor parte de la tierra estaba en manos de los nobles y la Iglesia que a través de sus arriendos, diezmos, señoríos, etc. obtenían sus ingresos económicos. Esto no quería decir que no hubiera campesinos propietarios, los había. En su mayoría eran pequeños y medianos propietarios de tierra. Estas las obtuvieron por herencia familiar por las antiguas formas de colonato que se dieron durante la Edad Media en algunas zonas de Europa como en Castilla. Otros las obtuvieron comprándolas a los señores arruinados por medio del enriquecimiento que habían tenido por otras actividades (comercio, manufacturas,…), que a muy largo plazo podría llegar a producir el ennoblecimiento de la familia, que es lo que ocurrió con algunas familias burguesas, ya que está era la mayor aspiración que podía tener cualquiera, que algún sucesor suyo llegará a formar parte de la aristocracia. Por último, había otro grupo de campesinos que eran los que tenían las tierras arrendadas. Los arrendamientos en su origen fueron enfitéuticos y fueron muy beneficiosos para ellos, ya que consiguieron tierras heredables a rentas muy bajas pero muchos de estos arriendos durante estos siglos cambiaron. El cambio se produjo a raíz de la Revolución de los Precios. Con la subida de los precios los campesinos obtenían beneficio al vender sus productos. Este beneficio no se veía reflejado en las rentas que percibían los señores que no aumentaban. Por eso, los señores consiguieron hacer contratos de arrendamiento revisables tanto en el precio de la renta como en las condiciones en las que el campesino tenía la tierra. Muchos de estos contratos de arrendamiento eran formas de “préstamos hipotecarios”, como sería en el caso de los censos consignatarios, en los cuáles tras dos o tres vidas y si el señor daba la gracia y el campesino tenía el dinero para amortizar el principal podría convertirse en propietario de la tierra.

En definitiva, aunque las formas de la propiedad de la tierra cambió a lo largo de estos siglos no significó un cambio importante en la misma porque las estructuras feudales se siguieron manteniendo en casi toda Europa, sobretodo en el centro, norte y este. Si se modificaron en lugares en los que la tierra comunal salió al mercado como fue en Inglaterra, Holanda y el norte de Italia, donde la burguesía enriquecida por el comercio y con mentes más abiertas al cambio, aunque no fue en beneficio del campesinado que siguió viviendo como en siglos anteriores.

Situación tecnológica y sistemas de cultivo

Los aperos, sistemas de cultivo y cultivos en estos siglos a penas sufrieron cambios desde los siglos X-XI. El arado seguía siendo el romano en la zona mediterránea y el de vertedera en el norte principalmente, aplicando el tiro animal prácticamente igual (se extendió el uso de la mula, que había sido de uso preferentemente mediterráneo), el trillo, la hoz y la guadaña fueron los más utilizados y eso fue por su relación a un cultivo monopolístico que fue el cereal. Este constituía la base de la alimentación, no sólo porque la Biblia lo mencionara sino que también porque eran los más productivos por unidad de superficie cultivada.

Los sistemas de cultivo también procedían de la Edad Media pero en algunas zonas de Europa van a sufrir variaciones. Se roturaban campos con el sistema bienal (zona mediterránea) y el trienal (zona atlántica), con el consiguiente uso del barbecho para aumentar la producción de la tierra. Pero en esta época no se produjo por varios factores. Hay que considerar que los ss. XV y XVI se produce un gran aumento de la población. Esto supone que hay que cultivar más para alimentar a más y además añadir que los cereales se convertirán en un producto más con el que especular al entrar dentro de los sistemas comerciales. El aumento de superficie cultivable disminuyó las superficies de bosques (a las que también colaboraron la construcción de barcos y el aumento del urbanismo, ya que la madera era imprescindible) y de las zonas de pastos (el ganado era más caro de mantener), disminuyeron las tierras comunales y con ellas los beneficios extras que podían extraer los campesinos que tendrían que buscarse de otra forma trabajos eventuales en el verlagsystem o en las manufacturas que había en la ciudades (Países Bajos, norte de Italia, Francia e Inglaterra). Esta agricultura extensiva resulto ser menos productiva y provocaría cambios importantes en zonas muy pobladas de Europa (Países Bajos e Inglaterra) en el XVII y más en el XVIII.

Como se ha mencionado anteriormente el cultivo principal fue el cerealístico, bien para consumo humano o animal. El trigo, cebada, avena y centeno ocupaba vastas extensiones de tierra cultivable en toda Europa. A finales del XVI se introdujeron nuevos cultivos. Por ejemplo el del arroz en zonas de pantanos y marismas en Italia y en la Península Ibérica (Valencia y en las vegas del Guadalquivir). Se mantuvieron los típicos cultivos comerciales del mediterráneo como la vid y el olivo, los cuales se exportaban al norte occidental de Europa, el lúpulo para la fabricación de la cerveza y otros de introducción americana, el tabaco, el maíz y la caña de azúcar. La extensión de ciertos cultivos forrajeros como la hierba, trébol, la alfalfa y las leguminosas (guisantes y judías) y la patata americana.

El apoyo de la ganadería

Su empleo como alimento no se producirá como generalización hasta el s. XVIII. Su uso será como apoyo bien como animal de tiro, para el arado y los transportes terrestres o para la explotación de los productos secundarios: leche, queso, lana, pieles,… También serán usados para el abonado de la tierra, mientras pastaban en las tierras de barbecho cultivadas con forraje.

Situación europea en la segunda mitad del s. XVII: el “milagro” holandés

En general la situación de la agricultura y del campesinado en Europa no cambió en estos dos siglos. La tierra en su mayoría siguió perteneciendo a los estamentos privilegiados y en los lugares donde se produjeron cambios, la tierra pasó a manos de una burguesía enriquecida con ganas de ennoblecerse, perjudicando al campesinado aunque también alguno pudo salir beneficiado. Tampoco hubo cambios importantes en cuanto a aperos, sistemas y cultivos aunque se empezaron a experimentar algún cambio a partir de finales del s. XVI. Las principales trabas al cambio fueron el mantenimiento de las estructuras feudales en cuanto a la propiedad de la tierra y en las relaciones sociales y la influencia tan fuerte de la religión como rectora de las vidas en todas sus facetas. La Europa central, del norte y del este siguieron en esta situación hasta prácticamente el s. XIX. El mediterráneo sufrió cambios importantes y en cierta medida producidas por el intervencionismo de unas monarquías fortalecidas que necesitaban riqueza y seguridad propocionadas por el apoyo de los distintos grupos sociales. Tanto en Italia como en la Monarquía Hispánica se produjeron cambios sobretodo en relación con la introducción de cultivos asiáticos y americanos (huertas principalmente) pero con los cambios climáticos y en el caso de la Monarquía Hispánica, la expulsión de los moriscos (1609) supuso una grave crisis mediterránea a mediados del s. XVII de la que se tardaría tiempo en recuperar.

Si cambió en gran medida la Europa atlántica. Se produjeron aumentos importantes de la producción provocado en gran medida por un reparto de la tierra, intensificación de la agricultura de la que el mejor ejemplo se puede citar a Holanda.

Se produjo aquí en gran medida por la tradición capitalista y por ser habitada por gentes de distintas confesiones religiosas que ofrecían distintos puntos de vista y con una mente más abierta. Una burguesía fortalecida, una nobleza que invertía sus ganancias y la aplicación de una agricultura intensiva basada en la disminución del barbecho (de cuatro a siete años cultivándola de forraje y pastado del ganado), la alternancia de cultivos con la introducción de los nuevos, comercialización de los excedentes para poder importar los deficitarios (cereales), apoyo en el ganadería, potenciando su explotación como abonado y explotación para su uso alimenticio y drenaje de tierras ganadas al mar. En definitiva, la integración de la agricultura en el sistema económico como productora de riqueza y no sólo como proporcionadora de alimentos.

Este sistema fue admirado por los agronomistas ingleses que lo adaptaron al campo inglés siendo precursor de la llamada “Revolución Agrícola” en el s. XVIII.

(Bibliografía: De Maddalena, A.; La Europa rural (1500-1750) y Kellernbez, H.; La técnica en la época de la Revolución Científica (relativo al sector agrario). En: Cipolla, C.M.; (ed): Historia económica de Europa en el ss. XVI y XVII. Barcelona, 1979).
Mª Aránzazu Redondo Alonso

1 comentario:

David Alonso dijo...

Buena entrada, Arantxa. Ahora, un paso más que quizás puedes aplicar en esta y otras asignaturas, en exámenes y trabajos. Las citas de libros están muy bien, pero también se puede citar pormenorizadamente. Es decir, utilizar notas a pie de página o entre paréntesis. Es algo básico entre historiadores.

Un saludo